Friday, May 18, 2012

La simple epopeya del C2 

(Carta a una actriz)

 

Querida gran actriz (y no te pongo “grandiosa” por no ser pretencioso ante tu imperturbable presencia de estatua modernista);
Hoy me he acordado de ti, si, bueno, solamente cuando ha empezado a diluviar, y por eso y para no perder la ocasión de contarle a alguien que tiene oídos pegados a las orejas la aventura del impuntual he pensado en plasmarla con la idea de agradarte un ratito y así secuestrarte unos minutos, y es más, dentro de mi lúgrube telaraña mental y si le quieres llamar perversión literaria he pensado crear una obra dramática de corte urbanita, que bien llevada a las tablas por tu empiria y tus dotes para la representación real de hechos cómico-trágicos espero logrará arrancar un sonoro aplauso al dramaturgo creador de esta epopeya en el autobús de nombre C2. 
Da comienzo así el diluir de palabras que fatalmente enzarzadas den como mínimo lugar a fertilizar el nacimiento de una sonrisa en la comisura de tus labios.

Parte 1.

La lluvia.

(En el escenario sonido de papeles secos y cintas de casette, truenos creados con sierras y luces móviles)

El sonido de los coches estresados y el chapoteo de la ciudad no daban tregua al respiro, una rata se cruza por delante de una chica que lleva un paraguas rosa, la rata sonríe maliciosamente, agarra algo del contenedor y se marcha dando saltitos, al poco, vuelve a cruzar a por más comida, un viejo que pasa por allí al ver la congoja de la chica persigue al animal a paraguazos (hay que buscar un actor lo más parecido a una rata). Paso por delante de todo como si me diera igual, y tanto, ayer fue mi cumpleaños (esto no tiene nada que ver y resulta improcedente pero aprovecho para decirte que es la única ocasión de la que dispongo para sacarle un café gratis a alguna distraída camarera) y lo pasé en el Pont du  Poisson, en la frontera , fotografiando un bucólico puentecito de piedra, algunas veces mi trabajo sobrepasa la realidad de la más pura y estresante oficina al idealizado paisaje pictórico de las costumbristas montañas.
Después de sortear charcos, hacer equilibrismos sobre las deslizantes baldosas que cubren esta mojada ciudad (alguien pasa a mi lado a gran velocidad, observo que no lleva patines...) logro llegar a la marquesina donde hoy no hay cartel nuevo para ensoñarse, ni de perfumes ni de cine en estreno, la gente que espera es la de siempre, tan sólo un trueno ilumina las caras de cera de todos ellos, es sobrecogedor... son ciudadanos adaptados al cemento, sobreviven entre combustión y metal, no hay brillo en sus ojos, pienso en mí, pienso en la rata.



Parte 2.

El Bus.

(Habría que crear un sistema que hiciera un escenario flotante que se mueva bruscamente y una pantalla detrás y otra delante del conductor con imágenes de carreteras y curvas... a ser posible en un blanco y negro donde se aprecien a ratos niños que corretean persiguiendo a la cámara).

He vuelto a ceder el paso a todo el mundo y he vuelto a comprobar que al subir al impuntual no queda asiento por mi zona favorita, me desplazo a las traseras, a la zona de los estudiantes y rezagados de la noche metropolitana, huele a micción y bodega. En los primeros 15 kilómetros el viaje transcurre como siempre, se lee, se duerme, se desean los cochazos que nos adelantan...

El conductor se me antoja sabio y experimentado por el blanco color de su pelo, se le vé decidido cuando observo que radia su voz con un invisible compañero y de pronto cambia su ruta habitual ya que el túnel de acceso a Hellville está colapsado por el tráfico y la lluvia. Es entonces cuando advierto ciertas caras de preocupación, rostros de "algo me saca de lo habitual", miran los móviles, otean y husmean el paisaje como algo diferente, no reconocen estos nuevos decorados, ya están atrapados en la aventura... me regocijo en mis adentros.
Los que despiertan de su sueño cotidiano se incorporan ignorando que tardaran una hora más en llegar a su destino, a sus trabajos, a sus puestos de oficina... a sus pizarras, como las maestras de primaria que se reúnen entorno al pasillo, parece que cuchichean, el conductor se rasca la cabeza porque se da cuenta de que el motín está próximo, de que las preguntas le caerán como caen los rayos de esta mañana invernal.
Ha decidido, después de consultar a la centralita cambiar la ruta por el colapso del túnel, su ruta ahora es más enrevesada si cabe, por ahorrar tiempo intentará entrar por la cuesta Sant Cough en el mismo centro de Hellville, ante está negra y embarazosa situación va contestando uno a uno a los pasajeros más despiertos, a todos menos a un paquistaní que detrás mía parece dormir felizmente y no se ha dado cuenta de nada, me pregunto si sueña con jardines de Cachemira y rosales hartos de perfume.



Parte 3.

La cuesta Sant Cough

Ahí está, sin horizonte alguno, se pierde en la vista nublada del cielo encapotado y truculento, la cuesta Sant Cough es la cuesta más empinada y grande de la ciudad del marasmo, es posible subirla, pero a gatas, supera el ángulo de 45 grados y corre la leyenda que los motores que intentan subirla acaban en oscuros talleres, donde el aceite se les seca sin remedio ni reparo. En tiempos de nevada si dejabas rodar una moneda de céntimo desde arriba verías con asombro como se iba convirtiendo en una gran bola de nieve que destruía a su paso todo resquicio de navidad.
Así que nuestro "driver" se dispone a subirla con un autobús articulado, ochentero y cargado de incrédulos que llaman a sus trabajos contando la pericia, algunas llaman a sus madres... y digo algunas porque en este habitáculo sólo estamos tres hombres, uno de ellos dormido, el otro asediando al conductor e intentando entrar en el altar de los mártires que pagan religiosamente sus impuestos, el típico que sujeta su bolso y el de su señora con fuerza cuando por casualidad se ha perdido en el Raval, y finalmente el último; que observa desde su puesto, que no tiene a nadie junto a él para reírse de la situación, que se lo pasa pipa porque ha estado en situaciones peores (ayer mismo bajó con un cacharro averiado una cuesta de 30 Km. sin gasolina y en cuarta, sin haber comido en todo el día y silbando algo de los Rolling).

Con todo esto el autobús empieza su temple con la cuesta, aparece el humo blanco que indica el estado carbonizado de su interior, derrapa, lucha, la refriega comienza a asustar a la pasajería que se mueve inquieta hacia la cabina, abandona sus asientos y se quieren bajar, el impuntual que durante siete años ha transportado ilusiones y desasosiegos, que ha sacado de la urbe a tantas personas no puede subir y se queda bloqueado en medio de la cuesta, nuestro conductor lo intenta y persiste, suenan bocinazos, está en juego su trabajo y su reconocimiento, su hoja de servicios tachada por la cuesta Sant Cough.

Parte 4. FIN

Los héroes.

(Aquí habría que maquillar al actor principal, bigote pequeño, aire chulesco, pañuelo al cuello, vista hacia horizontes perdidos, rollo Elrol Flyn)

Te hablaba del pasajero que no se mueve de al lado del conductor, ese es mi héroe, le da aliento y persiste en ayudar en lo que sea, el conductor suda más por el agobio de este tipo que por la máquina que maneja, hay un momento ideal, de generales al mando del timón de un buque que se hunde. El conductor toma una decisión drástica, retroceder, una retirada a tiempo es una batalla ganada, es entonces cuando hace participe a nuestro héroe, por pesado más que por necesidad hace caso a su petición de abandonar el barco y dirigir el tráfico desde la calle, se aposta detrás de la maquina, que nadie corra riesgos, ¡y con lo que llueve!, ese hombre se está empapando hasta los huesos por ayudar en esta empresa, ¡se merece una medalla!, si, se la merece, piensan seguro los albañiles que observan desde su colgado andamio la particular maniobra, mientras tanto, en el interior, el otro hombre sigue soñando con cachemira y el que calla, ahora charla tranquilamente con el grupito de profesoras, que ante sus historias se van calmando y van tomando algo de color, y porque no hay mueble bar y algo de música ambiente en el bus que si no...

El autobús sufre la epopeya y finalmente tras una hora de toreo en un ruedo mojado queda liberado de la cuesta, tuerce y se adentra por otra dirección a la ciudad, por fin retoma su camino, avanza con fuerza contra el viento. El héroe anónimo se ha integrado en la comunidad, está satisfecho, inflado y tristemente nadie le ha dado ni las gracias… no hay medallas, se apeará en la próxima parada y contará su aventura en la office, será el protagonista del día, un día para recordar, su mujer le recibirá con los brazos abiertos, retornará a la redundancia del lunes...

Todo el mundo ha acabado charlando, contándose vicisitudes en las casi dos horas que durado la odisea, ya no eran rostros sin ánima, han pasado juntos una interesante mañana. Algunos han descubierto cuanta intriga había hacia su persona por parte de las profesoras, y el que duerme... el autobús ha proseguido con el que duerme... ¿estaría de verdad dormido?


Se cierra el telón.

Bueno guapísima, espero que te la hayas pasado bien, era sólo mi intención, y también, como no, pasar el rato escribiendo esto mientras espero que me llegue un informe... en la office.

Tu admirador del palco.


Monday, April 23, 2012

 

Un DIA en mi crisis.


En cuanto he pisado la calle he caído en la cuenta de que no me queda nada en la “alacena”, ni en la nevera, ni en el estómago…creo que mis piedras de la vesícula se van a aburrir ahí dentro, a no ser que les dé por chocarse, bueno, a ver sin con las chispas me voy a encender. Andaré para un cajero no muy apartado y sacaré 20 euros para comprar algo concerniente a la cena y al desayuno, mañana miraré algo mejor dado que esta tarde tengo una incondicional pereza por la adquisición de verduras. 
Me adentro en el mundo de los supermercados Día%, soy del club, me gusta ser del club, es como pertenecer a algo grande, a un grupo secreto de marujos que computan sus cupones exclusivos y dominan a la perfección el lenguaje de los sistemas de ahorro, me reconforta pensar que yo puedo llegar a gastar lo minino y salir airoso del local con la alforja cargada de alimentos de etiqueta roja, una sonrisa pérfida que da corte de mangas al capital…
No puedo guardar la mochila en la taquilla, llevo los 20 euros en un solo billete y decido dejársela a la cajera en sus pies, junto a la papelera de las reclamaciones y los cartones que guardaron radiantes monedas de céntimo. Me reservo el móvil y el monedero, busco música, agarro el carrito y en marcha. Como una inyección de morfina empieza la gran quimera de la compra para la supervivencia más básica y también, por qué no, algún capricho por lo prudente que eres, doncel.
Lo primero con lo que me topo y me sorprende es con 5 kg de patatas a un euro, me van a sobrar patatas, lo sé, empezaran turbiamente a podrirse en la penumbra dejando ese olor húmedo y cadavérico, solo habré consumido un par de ellas en una semana, una para las lentejas y otra para un puré, claro, la tortilla de los domingos se lleva otras dos, total; las hecho en la cesta y me olvido, sigo con los ojos bien abiertos buscando la oportunidad, un euro, pienso que es perfecto.
Creo que el aceite debería de ser de oliva como es de costumbre y tradición en mi organismo rural y con mis recuerdos nítidos pillo una botella del club, intenso, con sabor y cuerpo: 2.25 euros, no tiene menoscabo pero es necesario.
Prosigo tirando de mi carrocita herrumbrosa y me abarroto de botes de cristal de alubias y de garbanzos, 0.42 céntimos y ¡atención! ¡tienen rebaja!, ¡-0.03 céntimos! , siempre admiraré que te vendan el garbanzo ya remojado, te dan un tiempo precioso para improvisar, antes, cuando estaban toda la noche en remojo sentías esa obligación de que el menú del día siguiente ya era obligatorio, a las 2 de la tarde, legumbres.
Aquí llega un deleite; avellanas tostadas, 1.51 euros para el momento de la partida de ajedrez, bote de alcachofas, también en remojo, 1.34 euros y… ¡sorpresa! El club día te lo rebaja en -0.14 céntimos, es fabuloso, siento ese placer de que cenaré las alcachofas más baratas de la historia, corazones de alcachofa revueltos con… haber... haber… espárragos cortos la unidad a 1.05 euros , rozando la perfección… uhmmmm, salteados con...aceitunas (0.47 cts.) a las que les quitamos -0.04 céntimos con solo pasar la tarjeta, virgen santa, me veo besando ese manojo de llaves intentando localizar la tarjetilla llavero que hace mis delicias, justo en ese momento que voy bailando como en esas pelis music-hall unas rodajas de merluza congeladas me paran el paso, las observo bien, no hay truco, en efecto, casi 200 gramos y se me van 1.03 euros, justo a su lado y a gritos una Calella me pide lo mismo; 0.67 céntimos, el pescado para cuando las alubias lo necesiten, piensa macho, piensa, que manera hay de comer pescado sin pasar por la cocina... claro, latillas de sardina en aceite vegetal 0.59 céntimos, con ahorro de mi club, -0.10 céntimos y como es poco me doy el lujo de pillar un pack de tres de atún, 1.35 euros, que va, ¡si no duele!.
Instituyo que el caldo de cocido, o de pescado, da igual, ha sido una buena solución y ha sido concebido para esos días que un tazón ardiente te rellena por dentro, un día de frio invierno con algo caliente en las manos… un pequeño corazón que late dándole pulso a tu estómago contraído, y por qué no, le vendrá bien a las alubias y al pescado, en vez de cocerlo con la simplicie del agua del grifo de un tercero derecha. Me agacho estúpidamente para coger el del fondo, que parece más entero, no tan doblado y tan pésimamente achuchado, no sé por qué extraña razón el club de los marujos selecciona sistemáticamente sus productos, son 1.77 euros, un frío sudor me recorre la frente, ¿me estoy pasando?... casi supero los dos euros.
Huevos de gallina, nunca de ganso, camperos, media docena a 1.19 euros, bien, al menos no me pillo la docena más barata, su código de barra no me da confianza, además son pequeños, como de perdiz. Hablando de perdiz, necesito carne de ave, sin grasas, que puede haber que tenga que usar mi admirada tarjeta... ¡¡Jamón de pavo mini día!! ¡Por 1.69 euros!
Me queda el desayuno y acabo de descubrir un tetrabrik de leche desnatada omega 3 con nueces y eso me encanta; 1.39 euros de sabor en un litro de leche, y como no, otra para el café por tan sólo 0.51 céntimos, no me paro, no puedo, galletas… muesli digestive…a 1.45 euros creo que me estoy aburguesando, no quiero pertenecer a ese anuncio de vientre plano pero es que el azúcar he de controlarlo, sino me convertiré en un gran bote de dulce de leche, y atraeré a las hormigas… que pesadilla.
Sé que no he de tomar mucha sal pero no tengo ni para descongelar la nieve de mi triste jardín, me llevo un paquete pequeño por 0.21 céntimos, todo un lujo, sal, salgo pitando al recibidor o la caja…
Que ilusión, que peculio, esto se notará a fin de mes, seguro…
 La cajera pasa los productos a una velocidad subliminal, no los toca apenas, pasan por el código y del código a mi bolso, me pertenecen, los he adquirido y con ayuda de mi club consigo un ahorro bestial, la cajera me mira, tritura su chicle y exclama a los 4 vientos ;“¡19.97 euros!”, suelta la burbuja plástica en mi cara y en ese entorno perfumado a chicle de fresa “sense sucre” me veo sólo en el departamento de mejor cliente con las medallas del mago Andreu, casi dos céntimos de euro y rozo la perfección, tengo 20 euros en la faltriquera y esto ha sido una explosión del desafío extremo, no puedo reflejar mi estupor, ni la cajera tampoco cuando ve que en mi monedero tan sólo hay 20 euros y ninguna foto de Fray Leopoldo.
Salgo cargado como un sherpa con mi pitanza a las espaldas, repaso el ticket, guardo como puedo todos los cupones exclusivos, parecen hojas secas, se abultan y no se doblan, casi diría que entre su imprenta y su cantidad equivalen a unos 30 céntimos, lo mismo que mi brutal ahorro total de esta operación de hoy; un ahorro total de 0.34 céntimos de mierda…

Monday, November 21, 2011

Declaro la luna emancipada como representante del sueño legal.
Es ella quien manipula las antenas usándolas como rastrillos que escaldan las nubes y lavan su lana en el mar.
Declaro la luna emancipada como representante del sueño legal.
Que pinta las fachadas de un blanco claro, moteado de lágrimas de noche de azahar.
Se va el verano y el impulso del otoño me hará esta noche vaciar una botella, seguro,
En algún bar.
Esta noche está lloviendo a chuzos, no ha parado ni tiene pinta de que vaya a parar, agua a raudales en una noche cuyo sonido solo es el de esta lluvia rebotando sobre la uralita de plástico y chasqueando como si fuera una candela de leños sobre las baldosas del balcón, ahora aprieta y se intensifica como una respiración excitada, ahora afloja como fin de un éxtasis, se ha ido la luz y necesitaré una vela, necesito luz para esta oscuridad.
El viento ha golpeado en la puerta y la noche empieza a fundirse a golpe de truenos, restalla su luz cegadora y su rumbo usurpa la monotonía tras los cristales con un ensordecedor disparo de cañón, así son las tormentas cerca del mar, agua, agua y más agua para los poetas.
Pienso que igual te estás mojando mientras intentas llegar a tu tren, la estación no está lejos, desde luego, pero te has bebido ya más de una copa y andas como pérdida desde el día que me dijiste que abandonabas el barco, siempre en un constante cruce de caminos, atontada por años de incertidumbre alocada, ahogada en el vicio y aturdida por el humo gris de la inmoralidad que siempre te atrajo, mi pequeña Baudelaire. Se te ha roto un tacón y las piernas está empapadas, tus dedos nadan en una sopa fría que no esperabas, balbuceas maldiciones que nadie oye porque nadie está en la calle, algún oscuro coche pasa sigiloso y no para ducharte de barro, en su interior alguien fuma pausadamente y en su cálida cabina parece que mira, que mira con depravación, motivo por el que inquietarse, si, pero tú no lo haces, no eres de esas, no, eres inamovible, eres dura como una roca y por eso, rompes a llorar.
Tus lágrimas son saladas y recorren tus mejillas con prisas a ser probadas, se mezclan en un endiablado énfasis con la lluvia, juntas se pierden en el alcantarillado, desbordado de motivos olvidados y atroces, de excrementos barridos, de pasados prohibidos.
Aquí ya se ha ido la luz otra vez, y cada vez es más duradero este apagón… cambio la vela de sitio para no tropezar mis letras con la sombra de mi entumecida mano, no puedo parar de vomitar palabras incoherentes mientras bailo en este frio sueño, mientras quiero evadirme de ti y de tu caída a los infiernos, caída al abismo, como las gotas de noche que empiezan a suicidarse dentro de mi antesala al olvido, me incorporo, localizo la grieta y establezco la sinfonía del latón, varios cubos que recogerán lluvia de mar, se va la luz de nuevo y las alarmas de algunos locales lejanos saltan al unísono, avisan una desgracia que empieza a entrar, desisto ya de anclarme al poco calor que queda en mi cuerpo y acojo al invierno en mi pecho, este cieno en mis ojos…
Mi pobre niña, ¿dónde andarás ahora?, ¿en quién piensas?, ¿quién podrá ayudarte?, rondaras las calles tercamente buscando una salida a tu agonía, pasaras cerca de aquí, tanto que casi siento el latido de tu corazón, creerás que a pesar de todo aún puedo ser tu salvación, lo has olvidado.
Y empujas el viejo portón y a tientas subes las viejas escaleras que ahora es lugar de polillas, sin soltar el pasamanos repintado mil veces asciendes calada hasta los huesos y llena la cara de mocos sabes que tu perfume está húmedo y la oscuridad que te arropa fría e insensible, fría, como la sensación de acolchado que te rodea. La escalera amortigua la lluvia tras la puerta y sólo el golpeteo constante en la claraboya te trae a la realidad, algo te hace pensar que estas cerca, cerca de mí, cerca de quién antaño acarició el bronce de tu pelo. Casi que ya aprecias el baile de sombras flameantes tras la frágil puerta que separa esta habitación de ti, la respiración se entrecorta y el estomago se anuda, alzas la mano despacio, como una marioneta muerta, frágil y sorprendida.
Y empujas.
La puerta está vencida, cruje al ceder y se torna en un ángulo imposible. Un soplo de aire frio te abofetea la cara, ha cesado la lluvia, las negras nubes de plomo desvelan una cadavérica luna que se ríe de ti a carcajadas, ella es quién te muestra este habitáculo vacio e inhóspito, esta cripta roída por el tiempo y barrida por el olvido, un techo vencido, un esqueleto de maderas podridas que se hundió esperándote… una danza de nostalgias y una última lágrima por ti. Mi pequeña y posesiva esperanza.

Friday, September 23, 2011

La mitad del cielo.
Suspendido y etéreo, silencio y levedad.

Tuesday, June 21, 2011


CUANDO LA PALABRA CRECE.








19J
(Barcelona)

Monday, November 29, 2010

EL FARO

(Mataró, 2010)

Tuesday, December 23, 2008

(Madrid, 2007)

Nada es piedad aquí, nada es dulzura.
Si son crueles los monjes en los penumbrosos claustros de España,
Si son degolladores los reyes y envenenadoras las reinas
En su artísticos salones llenos de lienzos y lámparas,
Si son perversos los obispos y lascivos los papas
En la nube de mármol de sus tronos romanos,
Si son despiadados los clérigos que leyeron a Horacio y a Séneca,
si son salvajes los capitanes que comen carne cocida
salpicada de jerez y orégano,
si bajo Europa entera aúllan las mazmorras,
¿cómo puedo ser manso en estas tierras,
ceñido por las selvas impracticables,
Lejos de los palacios tapizados por la letra y la música?

He decidido ser un tigre.
La selva invade el alma como un vino.
Aquí no hay bien ni mal,
Sino el zarpazo”.


Willian Ospina, poema sobre la rebelión enloquecida de López de Aguirre.