Friday, January 11, 2008

CONTRACTURA INVERNAL.

Queriendo hacer caso de todo consejo que bien venga para nuestro cuerpo en cuestión de segundos me monte una parafernalia en el cuarto de baño que más bien parecía una aglomeración de costumbres termales.

“Un baño de agua muy caliente, sal, mucha sal y te relajará la contractura, como nueva, inténtalo porque es beneficioso para calmar los nervios”.

Dispongo;
1. Fumarme un “flaco” de verde limonita mentolado, no hay otra cosa y encima seco como la mojama, toma esa.
2. Poner una vela azul que se embute a una botella transparente de vodka.
3. Como no, música, y no sé… algo relajante, digamos Cold play.

Ejecuto;
1. Busco algo de ropa limpia.
2. Recupero de entre mis sabanas el jabón de la Toja, el negro, me encanta su aroma, (lo que es la infancia).
3. La toalla cerca.
Ahora si, le doy al grifo mientras maquino la maquina de la cabeza con la construcción del "bien ruleé"
Todo listo, entro en el baño, coloco el cenicero en la punta de la bañera, a su lado, con cuidado, el mechero. Al otro extremo la vela que me dará compañía. Los cascos en el suelo sobre las zapatillas. Punto y en pelotas está el tío metiéndose en el baño, a oscuras, una vela, el inspirador, agua tibia y sal. Empieza la música…

No dejo de imaginar cierta escena del Gran Lewoski, justo antes de que entren los terroristas nihilistas armados con un tejón, creo que era una mangosta.

El sonido de un cuerpo en una bañera es terrorífico, no deja de inquietarme, suena resbaloso, grave. El cuerpo se va sumergiendo poco a poco en un paño cálido, como las arenas de un desierto templado. Me dejo llevar por la ola que remansada apoya su cabeza en mi pecho.

Las rodillas quedan fuera, los brazos me cuelgan lánguidos como colas de lagartos, la perspectiva es bochonorsa, un terrible escorzo sería más apropiado para comprender que la bañera media un metro veinte tamaño soltería y yo uno ochenta.

El humo salía despedido como un disparo de cañón en el mar, hacia las dos prominencias graníticas de algún lugar en Indonesia, Dos panes de Azúcar en pleno anochecer de Río y notaba el fresco en las rodillas mientras el meteorito caía debilitado a la baldosa.

Ya la sombra de la vela se hacia fuerte en el baño cuando algo espantoso cayó sobre mí, rozándome la oreja y tirando el cenicero al suelo, por poco no cayó dentro de mi mar. Con floja cadencia se deslizó desde la barra que enhebra la plastificada cortina; la alfombrilla maldita de los chinos, esa que tiene ventosas como un calamar del triangulo de las bermudas, toda verde y pesada, fría y húmeda, algo vellosa. El maldito susto descongestiono un soplido por mi parte que haciendo enloquecer al meteorito, este salio volando a alta mar dejando en su estela pequeños residuos de papel de arroz y nicotina que no hicieron otra cosa mejor que dejarse caer sobre la sopa calida de mi entrepierna, seguidamente tuve que evaluar daños y tomar precauciones, será mejor dejar el canuto y probar a meter la cabeza, como los ahogados del Sena, será un estremecimiento muy romántico.

Mi paranoia iba en "crecendo" como un disco de Jimmi Smith y Charlie Parker. Dejo los cascos en el suelo, todo alejado de cualquier corriente perversa a mi estabilidad emocional.

El movimiento contorsionista me hace empujar el culo hacia el tapón, levantar las piernas que resbalosas escalan el alicatado, la idea era dejar espacio a la cabeza para poder sumergirla y probar a desaparecer del mundanal mundo que vive en un bloque, no me gustaría conocer la idea que se harían de mí al verme los bomberos si mi lumbalgia naufragara, rota como una barcaza.

Conseguí espacio para ahogarme y voy bautizando mi contractura a medida que mi cabeza parece un submarino alemán de principios de siglo que se hunde dificultosamente, fatigando el aire con la respiración cada más tensa.

Horror.

Un sonido grotesco invade de pronto el mundo submarino, de un tono grave y explosivo, La vecina de arriba esta andando por la tarima flotante con zapatos de tacón. ¡Dios mío!, ¡parece una yegua desbocada!, todo retumba el doble que por las mañanas de afuera, de pronto, interfiere el vecino de al lado que habla cadenciosamente con su hijo, y este, rompe a llorar,

- Chaval; Los reyes no están hoy para nadie.

Crueldad intolerable, todo se escucha, salgo rápidamente y el silencio invade la estancia de humo y vuelvo a sumergirme empecinado en este descubrimiento, y la del quinto llega porque sus llaves tintinean, el ascensor… lo acaban de llamar.

Esto relaja la tranquilidad dando paso a la incertidumbre y a la queja, intento salir con cuidado para no hacerme un estropicio y en un extraño estiramiento a lo cantante heavy consigo agarrar la toalla, tiemblo, no me seco bien, como un perro mojado en humo atosigo mi pensamiento mirando de reojo como el agua se marcha, como mi océano se va, se evapora por el negro agujero, incógnito recibidor de desechos humanos.

Hay esta la otra humanidad y yo estoy aquí, confuso y limpio, con olor a jabón de la Toja.

2 comments:

Anonymous said...

joe macho te voy a invitar a que te bañes en mi casa de Madrid a ver si sacas un relato tan bonito de mi baño. Es la caña.pero no vuelvas a gastar tanto agua que estamos en sequia
Mateo Orzoway.... maauuuuuu maaaauuuuu hace el mochuelo,

Tomeu Coll said...

Hola Yosi, pues un baño ofrece más de lo que pensamos, oh! simples mortales!

No son exactamente instrucciones para darse un baño ni batallas autoinflingidas contra un mundo indiferente, pero sin duda me recuerda a esas mismas instrucciones para llorar o subir escaleras...y también a las dificultades de K. o sus secuaces.

un saludo, y no creo que podamos vernos un dia de estos ya que ahora mismo estoy en mallorca y no creo que venga hasta diciembre o enero, pero en todo caso me acordaré al volver a barcelona.